Coordina: Psic. Nelson Gottlieb
Lunes de 14:00 a 15:15 (hora Uruguay\Argentina\Brasil) – Vía Zoom
Del 7 de agosto al 11 de diciembre
«Ningún problema tan consustancial con las letras y con su modesto misterio como el que propone una traducción»
J. L. Borges, Las versiones homéricas, Discusión, 1957.
Buenos días, buenas tardes.
Este año, transitaremos diferentes espacios para la búsqueda crítica, a través del diálogo a la deriva, de algunos fundamentos de la clínica psicoanalítica vincular.
Me llama la atención el poco lugar que tiene en nuestros espacios, el tema de la traducción. Este es uno de los espacios que transitaremos: la traducción. En especial recorreremos a Henri Meschonnic, Walter Benjamin, George Steiner y Lisette Weissman.
Como saben, me gusta citar a Benjamin, ¡pero dudo que venga!
Partiendo, de que la clínica psicoanalítica tiene como base lo que sucede «entre» (entre paciente/s y analista), resaltaremos la traducción, que tiene un papel muy importante entre los participantes.
Tomando en cuenta la expresión «traductore-traidore» (traductor-traidor), nos preguntamos: ¿Hay traducción exacta?
El traslado del contenido y la forma de un lugar a otro; como traducción, ¿que genera? Da la posibilidad de otro plano, que permite un efecto de salida, como también lo da a veces, el humor, la ironía o una interpretación que cambie la forma de sentir.
Pero puede quedar atrapada (la traducción) en una repetición de confirmación racional, en donde aumente el afecto de malestar o indignación, etc.
Quizás, lleguemos a cuestionar la forma que hemos ido adoptando, como natural, en el psicoanálisis, que privilegia el signo (dupla significante\significado). Hermenéutica que respeta la predica académica, de tener al otro como objeto a dominar, a domesticar, someter, en fin, a observar. Práctica que llevamos adelante, desde una colonialidad subjetiva, transmitida a través de la academia.

Formas analíticas que descartan «el entre» como fuerza viviente.
Quizás…
Este «entre» (paciente/s y analista) permite una zona de pasaje, de transformación.
El año pasado, dialogando con Silvana Rabinovich, lo expresaba así:
«La lengua bíblica, atrapada en las redes de la colonialidad del poder, espera ser redimida. Su potencial performativo (o «débil-fuerza» mesiánica benjaminiana) se encuentra desviada por cierta prepotencia autoinmune. Sólo un acto de traducción poética -proveniente desde la lengua de sus víctimas- podría rescatarla.»[1]
Lo que dice de la lengua bíblica, ¿lo podremos pensar sobre la lengua de cada uno? ¿Sobre la forma de expresar y describir lo que nos pasa en la cotidianeidad?
En la clínica de parejas, el malentendido; ¿lo podremos pensar como problema de traducción?
La pregunta alude, a cómo pensar el malentendido como producción del «entre».
Esto nos permite pasar a otra zona de cuestionamiento:
¿Cómo pensar las producciones subjetivas a partir del vínculo?
Y sobre todo, ¿cómo designar a las producciones que NO confirman una identidad previa?
Sabemos que el «yo» aloja la identidad. ¡Yo soy…!!
Sin embargo, sabemos por experiencia, que «uno» se va transformando en los encuentros y desencuentros con otros. Cambios, transformaciones pese a todo.
Estas situaciones, que no confirman los conceptos, ¿cómo pensarlos?
Las intervenciones clínicas que NO apuntan a una identidad, sino a «una deriva», ¿qué lugar darles?
Aquí vamos a transitar la traición como método y abrir el diálogo con la literatura.
«¿Y si regresamos a esta forma transgresora de leer, no para hacer «fieles» a las intenciones o deseos del autor de una obra, o a la totalidad de un texto, a una generación o a una nación, ni, desde luego, para recuperar o conservar una disciplina próxima a su fin, si no para contemplar la posibilidad de interpretar en y a través de sus posibilidades más radicales es decir, mediante la traición?»[2]
En esta parte el diálogo se hará con Erin Graff Zivin. Como profesora catedrática de literatura latinoamericana, tiene un libro, que desde el título, propone un método de búsqueda y no confirmación: Anarqueologías. Ética y política de la lectura errada.
Nos propone dialogar con Borges, Ranciére, Derrida, etc.
En fin, varias preguntas para transitar en grupo.
Hablando de grupo, una pregunta más: ¿qué pensar de las experiencias grupales, que no buscan una identidad, sino una experiencia comunitaria? Experiencias que dejan marcas, pero no trascienden; no califican en el ranking de las valoraciones sociales.
Por último, la experiencia poética la podemos pensar como un acto de traición, y por lo tanto les dejo dos poesías:
«Soy el pensamiento que hace estallar el pensamiento, la ausencia que descamina a la ausencia, la inocencia que mata, escribió un sabio.
Lo qué pasa tiene quizás, la pasión del Pasaje» (pág 132).
«El extranjero está fuera. En nuestras celdas condicionadas a nuestro gusto, sólo hay sitio para nosotros» (pág. 49).
Inscripciones desde aquí.
[1] Rabinovich, Silvana. Trazos para una teología política descolonial. Universidad Nacional Autonoma de Mexico. 2021
[2] Graff Zivin, Erin. Anarqueologías. Ética y política de la lectura errada. Prometeo 2021
